La Mesa de entidades del Tercer Sector Social de Cataluña, a través del proyecto m4Social, y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) han desarrollado el primer índice catalán de brecha digital, un indicador pionero porque, por primera vez, utiliza datos tanto de fuentes públicas como privadas gracias a la colaboración entre sociedad civil, administraciones públicas y sector privado.
El índice es innovador porque hace una radiografía territorial y social de las desigualdades digitales en Cataluña, analizando las tres dimensiones clave del fenómeno –infraestructura, equipamientos y usos digitales– y su evolución, con la finalidad de que el indicador sea replicable en otros territorios. Así pues, los datos –presentados en clave comarcal y catalana– permiten detectar dónde y cómo se manifiesta este fenómeno con el objetivo de impulsar políticas y acciones concretas para reducir las desigualdades de acceso y uso a los servicios digitales, y ayudar a administraciones, empresas y entidades sociales a valorar el impacto de sus actuaciones.
La UOC ha participado en este proyecto a través del grupo de investigación CNSC (Communication Networks and Social Change) -adscrito a la unidad de investigación sobre cultura, creatividad, justicia social, pensamiento crítico y humanidades, bajo la coordinación de la profesora catedrática Mireia Fernández-Ardèvol.
Principales datos: nuevo índice de brecha digital en Cataluña
· Infraestructura digital. La cobertura media de red 5G en Cataluña es del 94,6%. Aun así, se detecta una fuerte desigualdad territorial: mientras que en El Barcelonès llega al 99,9%, en L’Alta Ribagorça sólo llega al 20,3%. A pesar de la cobertura generalizada, las zonas rurales y de montaña todavía sufren una brecha significativa con respecto a la infraestructura digital.
· Equipamientos TIC en los hogares. El acceso a internet y banda ancha es prácticamente universal, con una media del 97,1%, y el acceso a teléfonos móviles se sitúa en el 99,4%. La variabilidad territorial es mínima, con el valor más bajo (93,3%) también en L’Alta Ribagorça.
· Equipamientos en los centros educativos. El 94,8% de los centros educativos disponen de WiFi para el profesorado. En cuanto a ordenadores, la media es de 55,6 por cada 100 alumnos, aunque con diferencias importantes según el territorio (de un mínimo de 28,5 en L’Alta Ribagorça a un máximo de 90,6 en El Ripollès). Estas desigualdades remarcables entre centros educativos pueden tener un impacto potencial sobre la equidad educativa.
· Usos digitales generales. El uso de internet entre la población de 16 a 74 años llega al 96,8% y el uso del correo electrónico y las compras en línea son también muy elevados: 99,4% y 97,1%, respectivamente.
Sin embargo, el uso del servicio digital público ‘Mi Salud‘, que permite acceder a la información personal de salud, hacer consultas a las profesionales y hacer trámites online, se sitúa en un 63,6%.
· Diferencias territoriales y sociales. Las comarcas con menor densidad de población o situadas en zonas de montaña, como L’Alta Ribagorça, La Terra Alta o El Pallars Sobirà, concentran los datos más bajos en infraestructura, equipamiento y uso. Por el contrario, comarcas metropolitanas y de la costa, como El Barcelonès, El Baix Llobregat o El Vallès Occidental, presentan los niveles más altos en todos los indicadores. A pesar de la alta dotación de TIC en los hogares, hay desigualdades notables en los recursos digitales disponibles en los centros educativos, especialmente en las zonas rurales. En cuanto a los servicios digitales públicos, se detectan brechas en su utilización, especialmente en trámites de salud y administración.
· Diferencias por género. En general, no se detectan brechas relevantes entre hombres y mujeres en el acceso a internet, el uso del correo o las compras en línea. En cambio, en el uso de ‘Mi Salud‘, se observan diferencias: 65,5% de mujeres han accedido vs. 61,3% de hombres. Esto puede indicar mayor implicación de las mujeres en la gestión de la salud familiar, lo que puede reflejar roles de cuidado, o diferencias de implicación respecto de los hombres en la gestión familiar de la salud.
Los datos más bajos de acceso de las mujeres se encuentran en el Pallars Jussà (47,3%) y los más altos en el Baix Llobregat (69,6%) y, en el caso de los hombres, las más bajas se dan en L’Alta Ribagorça (38,5%) y las más altas en El Barcelonès (66,8%). Esta diferencia se mantiene en casi todas las franjas de edad. Esto puede indicar mayor implicación de las mujeres en la gestión de la salud familiar, lo que puede reflejar roles de cuidado, o diferencias de implicación respecto de los hombres en la gestión familiar de la salud.
· Diferencias por edad. Es en la variable edad donde se constata una brecha digital más acentuada. Las personas entre 35 y 54 años muestran los niveles más altos de uso de servicios digitales. A partir de los 65 años, el uso cae significativamente en casi todos los ámbitos.
En cuanto a la relación con la administración, las personas mayores tienen menos autonomía para hacer gestiones digitales. El 41,4% de las personas de 75 años o más acceden a ‘Mi Salud‘ y solo un 10,7% de las personas de 75 años o más han usado el servicio de eConsulta para contactar con los y las profesionales sanitarias.
En el caso de ‘Mi Salud‘, la distribución por edades muestra mucha variabilidad: las personas que más acceden tienen entre 25 y 34 años (73,5%, en el Baix Llobregat sube hasta el 77,8%) o entre 35 y 44 años (71,4%); y las que menos acceden tienen entre 65 y 74 años (56%) y 75 años o más (41,4%, que en el Pallars Jussà cae hasta el 21,8%).
También se detecta una brecha muy acentuada en el uso de la banca en línea: casi la mitad de las personas mayores no hacen uso de ella. Solo un 45,5% de las personas de 75 años o más usan la banca en línea en contraposición de las franjas de edad más jóvenes en las que el porcentaje es muy elevado, 96,7% entre las personas de 25 a 34 años. Habría que ver si las personas de más de 75 años usan los servicios digitales ellas mismas o si lo hace alguien de su entorno, como un familiar.
Así pues, del informe se desprende que la brecha digital sobre todo se manifiesta en el uso de los servicios digitales. «Por ejemplo, los 20 puntos de diferencia que hay entre el uso de los servicios privados, como la banca online (84%), y de los públicos, como Mi Salud (64%) apunta hacia dónde se deben centrar esfuerzos: hacer más accesible y facilitar el uso de los servicios públicos e informar y formar a la ciudadanía para ayudarla a utilizar unos servicios –y unos derechos– que son esenciales para todos» ha argumentado Xavier Trabado, presidente de la Mesa de entidades del Tercer Sector Social de Cataluña.
Cómo hacer crecer y consolidar el nuevo índice catalán de brecha digital
Esta primera versión del índice permite identificar grandes retos y abre nuevas oportunidades:
· Ampliar los datos disponibles, sobre todo los de acceso y uso de servicios digitales tanto públicos como privados, como operadores de telecomunicaciones. Es un paso fundamental para ampliar la radiografía iniciada y asegurar su continuidad en el tiempo. Habría que establecer acuerdos con nuevos actores para la cesión voluntaria y sostenida de datos relevantes.
· Incorporar una perspectiva histórica: recuperar datos para construir una serie temporal que permita evaluar el impacto de políticas pasadas –decisiones ya tomadas– y entender mejor los factores que condicionan la brecha digital.
· Compartir conocimiento: difundir la experiencia y apoyar otras iniciativas estatales o, incluso, europeas para replicar y adaptar el índice a otros territorios.
· Ampliar la colaboración: sumando otros actores para trazar una estrategia compartida contra la brecha digital. El primer paso de esta Estrategia podría ser la creación del Observatorio de la Brecha Digital en Cataluña, un espacio estable de análisis y acción conjunta, donde cada agente aportaría su conocimiento y pericia por una hoja de ruta que garantice que la digitalización es un motor de equidad y no un factor más de exclusión social.